Instalar una pérgola en casa es mucho más que una decisión estética. Supone una inversión en confort, funcionalidad y valor añadido para la vivienda. Cada proyecto tiene sus particularidades, y por tanto el coste puede variar notablemente. En este artículo abordamos con profundidad todos los aspectos que intervienen en el precio de una pérgola instalada, desde los materiales hasta la mano de obra, pasando por los permisos municipales y las características del terreno. Nuestro objetivo es ofrecer una guía completa que responda con precisión a la pregunta que se hacen muchos propietarios: ¿cuánto cuesta realmente poner una pérgola en casa?
La elección del tipo de pérgola determina de forma directa el presupuesto necesario. Las pérgolas pueden ser bioclimáticas, de madera, de aluminio o de acero, y cada material tiene un impacto diferente en el coste total. Las pérgolas bioclimáticas, por ejemplo, incorporan lamas orientables que permiten regular la entrada de luz y ventilación, y su precio es sensiblemente superior debido a su tecnología. En cambio, una pérgola de madera tratada suele tener un coste más ajustado, aunque requiere más mantenimiento a largo plazo.
Por otro lado, las pérgolas de aluminio ofrecen una gran durabilidad sin apenas mantenimiento, lo que justifica su precio medio-alto. Las de acero, más resistentes y robustas, se reservan normalmente para proyectos de gran envergadura. A todo ello se suma la opción de personalizar el acabado, integrar toldos, cortinas de cristal, iluminación LED o sistemas automatizados, lo que incrementa progresivamente la inversión.
La superficie a cubrir es uno de los elementos clave para calcular el coste. Cuanto mayor es la pérgola, mayor será el gasto en materiales, anclajes, cimentación y estructura. Además, no es lo mismo una pérgola adosada a la fachada que una exenta situada en mitad del jardín, ya que en este segundo caso se requiere una cimentación más sólida y una estructura autoportante, lo que encarece el conjunto.
El precio por metro cuadrado puede variar en función del tipo de pérgola, pero a grandes rasgos, podemos afirmar que el coste base de instalación oscila entre los 200 € y los 700 € por metro cuadrado, sin incluir extras ni permisos.
La instalación de una pérgola no debe dejarse en manos inexpertas. La calidad del montaje condiciona directamente la seguridad, el acabado y la durabilidad de la estructura. Contar con profesionales especializados garantiza una correcta nivelación, fijación y protección de los materiales empleados. Los costes de mano de obra dependen del tipo de pérgola y del acceso al lugar de trabajo, pero en términos generales pueden suponer entre un 20 % y un 40 % del presupuesto total.
Además, algunas pérgolas bioclimáticas requieren conexiones eléctricas y automatización, por lo que se añade la intervención de un técnico electricista cualificado, lo que aumenta el coste final.
No todos los suelos están listos para recibir una estructura como esta. En ocasiones es necesario nivelar el terreno, cimentar con hormigón o reforzar el soporte, lo que implica maquinaria, tiempo y materiales adicionales. Si la pérgola va sobre baldosa o tarima, hay que prever su anclaje correcto y evitar filtraciones o desplazamientos.
En terrenos ajardinados, puede ser preciso retirar vegetación, instalar desagües o compactar el suelo. Estos trabajos preparatorios deben contemplarse en el presupuesto, ya que pueden encarecer significativamente el proyecto, sobre todo si se trata de zonas de difícil acceso o con desniveles marcados.
La personalización es otro componente esencial en el cálculo del precio final. Incorporar toldos correderos, cerramientos de cristal, iluminación empotrada o sensores automáticos eleva el nivel de confort pero también el presupuesto. Las pérgolas bioclimáticas motorizadas, con sensores de viento y lluvia, tienen un precio más elevado, aunque aportan funcionalidad todo el año.
Asimismo, los acabados en imitación madera, los colores especiales, los perfiles reforzados o los tratamientos anticorrosión representan un plus económico. Cuanto más se adapte la pérgola al estilo de la vivienda, mayor será la inversión, aunque también crece su valor estético y funcional.
Uno de los aspectos que suele pasar desapercibido es la necesidad de licencia municipal para instalar una pérgola. En la mayoría de municipios, instalar una estructura fija en el exterior requiere autorización previa. Dependiendo del ayuntamiento, puede bastar con una declaración responsable o ser necesario un proyecto técnico visado por un arquitecto.
Estas gestiones suponen costes administrativos, posibles tasas y, en ciertos casos, honorarios de un técnico colegiado. Ignorar este paso puede conllevar sanciones o la obligación de desmontar la instalación. Por tanto, siempre recomendamos consultar con el ayuntamiento correspondiente antes de iniciar la obra.
El coste de mantenimiento no siempre se contempla al principio, pero influye en la rentabilidad de la inversión. Las pérgolas de madera, aunque más cálidas y naturales, requieren tratamientos anuales contra humedad, insectos y sol. En cambio, las de aluminio o acero con recubrimiento en polvo apenas requieren limpieza ocasional con agua y jabón neutro.
Elegir un material duradero y resistente puede suponer un mayor desembolso inicial, pero reduce los costes a medio y largo plazo. Además, las pérgolas de calidad superior mantienen su aspecto y funcionalidad intactos durante años, aumentando así el valor añadido de la vivienda.
Aunque cada caso debe presupuestarse de forma personalizada, podemos establecer unas horquillas de precio orientativas para una instalación estándar:
Una pérgola de madera tratada de 12 m², sin accesorios, instalada por profesionales, puede situarse en torno a los 3.000 € – 4.000 €. En cambio, una pérgola bioclimática con lamas motorizadas, sensores y luces integradas puede superar fácilmente los 9.000 € o incluso alcanzar los 12.000 €, dependiendo de las dimensiones y del nivel de personalización.
Más allá del precio, una pérgola bien instalada incrementa el valor de uso y de mercado de una vivienda. Aporta sombra, confort, mejora estética y una nueva estancia habitable durante gran parte del año. En climas templados, permite crear un comedor al aire libre, una zona chill-out o incluso un espacio de trabajo exterior, lo que responde a nuevas formas de habitar la casa tras los cambios en los hábitos postpandemia.
Invertir en una pérgola es invertir en calidad de vida. Y aunque el precio pueda variar según el modelo, los materiales y el lugar de instalación, los beneficios funcionales, estéticos y patrimoniales lo justifican plenamente.
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